martes, 29 de marzo de 2011

Recordar para Despertar 29/03

 Hoy, al bajar por las escaleras de Humanidades me encuentro con un cartel de papel craft pegado, con un mensaje pintado en colores azul cielo, rojo y negro: "Recordar para seguir luchando 29/3".
Continúo caminando, pero después de un minuto, me devuelvo a leerlo.
RECORDAR y LUCHAR, dos palabras que enseguida me transportan a un tiempo que no viví. Resuenan en mí con la fuerza de un plato de cerámica que se cae al suelo. No puedo decir como un disparo, nunca lo he escuchado. Pero lamentablemente, niños, adultos, ancianos y JÓVENES sí lo hacían hace 25 años. Y hoy muchos lo siguen haciendo. Eso es justamente lo que nos quieren hacer olvidar.
El día del joven combatiente conmemora el asesinato de Rafael y Eduardo Vergara Toledo, hace exactamente 26 años en Villa Francia. Voy a contarles lo que pasó como un cuento fantasioso, porque eso fue exactamente lo que hizo la prensa.
"Nuestros jóvenes iban a cometer fechoría. Se dirigieron al almacén de su hermoso valle, sacaron sus armas e iban a atacar, cuando de pronto, nuestros héroes  Francisco, Jorge, Mauricio y el subteniente Alex los encontraron con las manos en la masa. Debido a la maldad y amenaza que representaban estos dos jóvenes, nuestros héroes procedieron a matarlos."
Años después las investigaciones dictaminaron lo que en realidad era obvio. A Rafael y Eduardo nunca se les pasó por la cabeza ir a asaltar un almacén. Tal vez sí pensaban en querer derrocar al mismo señor que llevaba un gobierno autoritario desde que tenían 6 y 8 años, o en palabras más sinceras, un dictador que “deseaba levantar al país a costa de las vidas de los que no pensaban como él”.
Esos jóvenes fueron asesinados en momentos y lugares distintos, acorralados por los que algunos llaman “héroes o protectores de la Patria”, y asesinados con un fusil SIG, sus armas de servicio y una submetralladora UZI, esas que disparan nada más y nada menos que 600 disparos por minuto, 100 por segundo.
¡Tenían 18 y 20 años!
Vuelvo al pasillo de Humanidades, la gente pasa sin inmutarse, corren a sus clases. Como si 26 años marcaran un abismo entre los jóvenes de ayer y los de hoy. A mi parecer este abismo de interés es producido por el lenguaje ¿Por qué? Al parecer, muchos hoy asocian la palabra “lucha” con aquellos tiempos que les son ajenos, que  no vivimos ¿Cómo podemos luchar hoy? ¿Contra qué? Son millones los "enemigos", millones las "batallas": contra el consumo, la represión, la falta de libertad, el show, la pedofilia, la individualidad, la pobreza, los medios, la publicidad, el hacinamiento en las cárceles, un modelo económico que privilegia las desigualdades, el hambre, la guerra , las hidroeléctricas, Pascualama, la inexistencia de una educación y de una salud de calidad, los presos mapuches, la globalización, la falta de autodeterminación de los pueblos, el aborto, la vida, la colusión de las empresas, la muerte, la INDIFERENCIA.
Es urgente cambiar, re significar la LUCHA, porque al parecer no resuena en las nuevas generaciones, y sin embargo, aún tenemos millones de frentes ¿Que vendría a reemplazar la lucha en el siglo XXI? El despertar, estar atento al entorno que nos rodea y decir las cosas por su nombre. Cuidando nuestros recuerdos, los de nuestros padres y los de nuestros abuelos, nuestra historia. No creo que como jóvenes debamos quedarnos de manos cruzadas al develar el mundo en el que vivimos, sino llevar estos descontentos a la acción y la crítica. Esta es nuestra nueva revolución.
El día del Joven Combatiente nos recuerda muchas cosas.  Yo, me quedo con la fuerza, la energía y la convicción de esa remota revolución. Es este espíritu el que nos debe acompañar hasta el día de hoy. Ayer, el ministro del Interior y Seguridad Pública, Rodrigo Hinzpeter, enfatizó que en este Día del Joven Combatiente, muchas veces se ha dañado “la integridad de compatriotas”, por lo que “debe ir dejándose atrás”. Yo creo que no se dejará atrás nunca, pues cada uno de nosotros ES y seguirá siendo un JÓVEN COMBATIENTE, eso sí desde nuestra energía inherente de revolución, desde la acción pacífica por cierto, pero nunca carente de lucha, de convicción y sentido.
Tomemos en nuestras manos la tarea que nos corresponde, y esta parte con despertar.

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